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Nuestra Fe Ha Vencido Al Mundo


“Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. 1 Juan 5:4

La simiente de Dios es injertada en todo aquel que recibe a Jesús como Señor y Salvador personal. A partir de ese momento experimentamos un nuevo nacimiento espiritual (2 Corintios 5:17). Entramos, entonces, a disfrutar del poder de la vida espiritual que Cristo provee. Ya el pecado no se enseñorea en nuestras vidas (Romanos 6.14), porque Cristo apareció para quitar nuestros pecados (1 Juan 3:5). Y la misma nueva naturaleza recibida de Dios nos reconviene para no pecar. 1 Juan 3:6 dice:”Todo aquel que permanece en Él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido”. Y agrega 1 Juan 3:9:”Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él, y no puede pecar, porque es nacido de Dios”.

Lo anterior no quiere decir que el creyente es inmune al pecado, sino que no es indulgente con el pecado, que no se complace con el pecado, y más aun que aborrece el pecado. El creyente no peca deliberadamente. Eso es así porque junto con las demandas morales, éticas y espirituales recibidas como mandato, el creyente ha recibido poder divino para cumplirlas, y no pecar. Dios ha prometido que si permanecemos en Él, la victoria en segura.

El mundo ofrece placeres, deleites y reconocimiento con los cuales el creyente puede ser seducido; éstos son usados por Satanás para tentar al creyente y procurar apartarlo del camino de la fe y hacerlo caer. En el mundo el creyente experimenta dolores, perplejidades, frustraciones, decepciones, derrotas y fracasos. Al igual que el creyente Jesús, también experimentó muchas de esas cosas, pero al final venció. Esa es la promesa que Jesús le hizo a sus seguidores: “… en el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). No importa las adversidades, tentaciones, pruebas y dificultades, el creyente tiene la irrenunciable e indestructible esperanza de la victoria final. Esa victoria viene del ejercicio de la fe en la obra que Cristo hizo y en la victoria que ya Él obtuvo… “y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5:4).

Puede que a veces sintamos la presión mundo, así como nuestra propia naturaleza carnal que se rebela contra el deseo de agradar a Dios y cumplir sus mandatos. Puede que tarde algún tiempo el caminar con firmeza en la nueva vida espiritual. Lleva tiempo dominar los viejos hábitos de la vida pasada, y puede que experimentemos frustración en algunos momentos de nuestro caminar con Dios, pero tengamos paciencia, Dios está trabajando con nosotros. Llegará el día en que caeremos en cuenta de que verdaderamente “grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros” (Salmo 126:3).

Aprendamos a descansar en el hecho de que Dios mora en nosotros. Ese hecho nos otorga un tremendo poder para enfrentar y vencer al mundo y a Satanás. Recordemos que “mayor es el que está en nosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4).

A pesar de los errores pasados, de los fallos cometidos, no nos desalentemos. Hagamos lo correcto este día. No importa los obstáculos, problemas o dilemas que enfrentemos, hagamos hoy lo correcto. No importa si fallamos, confesemos nuestro pecado, levantémonos y sigamos adelante con el Señor.

Mantengámonos fieles a Dios, vivamos la santidad, practiquemos el amor y la justicia; seamos personas veraces e integras. No nos cansemos de hacer el bien. Y no nos desanimemos cuando fallemos, porque al final la victoria en nuestra. Al final tenemos la victoria segura en Cristo Jesús. Como dice Max Lucado: Después de todo, a pesar de lo que hagas, Dios siempre hace lo correcto: te salva por Su gracia.

Publicado 15th March 2014 por Arnoldo Arana

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